
Desde la Investigación Acción de Fals Borda, la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, la estética decolonial de Walter Mignolo, y las epistemologías del sur, se entreteje un arte aterrizado a las realidades materiales y sensibles de nuestro territorio, donde más que ficcionar sobre la vida, la vida misma es material para la transformación.
No solo se crean productos artísticos, sino se crean reflexiones entorno así mismas, sí mismos, en relación con la realidad. Recrearnos para recrear el entorno.
En el proceso de la EAC exploramos a interés de la comunidad los lenguajes artísticos del teatro, la literatura, la fotografía, la música y la alfarería. Cada lenguaje artístico nos hacía hablar con el territorio, hacernos preguntas. En el teatro a saber que la vereda es nuestro escenario, que uno es por lo que acciona sobre ese escenario. La literatura a relatar el pasado, describir la fauna y la flora que están en peligro de dejar de existir. La fotografía a eternizar el paraíso que es el paisaje natural, a retratar las historias del paisaje humano. La música a pensar en el tempo ritmo del campo, los cantos que le pueblan. Y la alfarería a recordar nuestra ancestralidad y el poder creativo de nuestras manos.
La EAC se gestó pensando en poder brindar un espacio cultural en la ruralidad para que principalmente la juventud pudiese tener un goce estético en su territorio, poder tener otras formas de encuentro y garantizar el derecho a la recreación. Porque aparte de los polideportivos, el lugar donde aterriza la presencia de la juventud rural son las cantinas o simplemente el campo no es un lugar de interés y prima la migración hacia la urbe. “No es poder brindar un relevo generacional en el campo, es poder habitar conjuntamente”, en palabras de Angie Espitia, integrante de Tierra Libre, concejera de juventud en el CMJ de Fusagasugá y lideresa juvenil de la vereda Guavio Alto, donde se desarrolló la EAC. Pone de lleno que el espacio si bien era para lograr que principalmente la juventud tuviese posibilidades de encuentro entorno al arte, el compartir intergeneracional también era clave para que el saber y el crear habitaran desde las distintas posturas que nos brindan las generaciones.
Don Gilberto, líder de la vereda Guavio Alto, con sus seis décadas y su saber empírico musical poblaba el espacio de melodías e historias. Jonathan con apenas una década, alistaba el espacio donde nos encontrábamos. Doña Nancy que llevaba años y años escuchando el trinar de las aves, silbaba en los grupos de WhatsApp de la vereda para convocar a que llegarán a la EAC. Angie que jugó entre las trochas y los cultivos, ahora pensaba en el camino de la comunidad y cultivar opciones para las juventudes. Juan Camilo que tenía sus raíces en la vereda, luego de terminar su colegiatura en la capital, retornaba a la vereda y ayudaba a construir un lugar para parchar… Generaciones creando más que nada, espacios de encuentro y el encuentro es la posibilidad de todo.

En este segundo semestre del dos mil veinte tres, la EAC continuará su curso hacia la Semilla Sonora, pues en todas las exploraciones artísticas la música fue la de mayor impacto, la que congregó más. Semilla sonora tiene por objetivo fortalecer las estrategias de reconocimiento de la identidad territorial y cultural en la vereda Guavio Alto del municipio de Fusagasugá, fomentando la permanencia en el campo a través de las agriculturas para la vida, y la formación en prácticas artísticas musicales que aborden los temas memoria, identidad y agricultura campesina. Le seguimos apostando a lugares de encuentro para la comunidad campesina desde la facultad creadora que siempre han tenido.